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19 de junio de 2014

Me conmoví el otro día que me contaste que en la escuela tenías un ranking de los chicos que nunca habían llorado, y los admirabas. Yo también me di cuenta de chiquita que era una llorona, a pesar de la vergüenza, del orgullo y de todo. Nunca supe cómo hacen. Tan cancheros. De chiquitos se trazó una línea y quedamos de este lado. Conocimos la humillación, nos dimos cuenta que no iba a ser fácil. Que tal vez no éramos Seinfield sino George. Y con problemas de respiración