Hay pocas personas que no inspiran nada. Existen. Parecen una tarjeta de débito del banco provincia. Una pepa sin ácido, un pedacito de cartón. A veces las drogo en secreto. Y tiro perfume de gardenia sin sentido. Pero igual
Ayer proyectamos las canciones de onda y bailamos sin parar, sin parar. En los videos los cantantes movían las caderas. Sin parar. Y nos divertíamos.
También nos acordamos de cuando éramos bebés. Y los adultos nos despertaban, todo el tiempo. Porque los divertíamos más despiertos. Siempre siguiendo su egoísmo. Sus canciones malas. Sus deseos chatos. Sin parar.