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6 de febrero de 2014

Qué distinto es que te agarre la tormenta con tu hijo al lado, adentro de tu casa que no es de chapa. Al otro día mirar las fotos que circulan de árboles caídos, choques, techos volados. Y qué diferente haber estado adentro comiendo galletitas, mirando por la ventana, con tu hijo al lado para apretarlo contra el pecho cada tanto. Qué distinto saberte tan violento por algunos momentos, discutiendo mucho tiempo pero en casa tenés una debilidad que es muy distinta que no quiere discusiones sino cosas más suaves. Te das cuenta como a medida que avanza el tiempo salvar la vida depende de que el vendaval no anunciado en magnitud te agarre adentro y no afuera y todos juntos para no desesperar. En este lugar crecen las tormentas y no te quiero ver llorando afuera con la boca abierta con las patitas desnudas a punto de volar. Por favor, al menos por un tiempo quedate al lado de mis pies.